jueves, 17 de diciembre de 2009

tercer acto


Había una vez, en alguna ocasión algunas personas se reunieron en torno a su humanidad, él comenzó de nuevo un cuento, uno muy especial… igual que los demás, como todos especiales como todos únicos, como todos llenos de sentimientos, que tan solo tal vez serían relevantes para sí mismo.
Para sí mismo, comenzó narrando una historia de amor, de aquellas que nutren y llenas las hojas de los libros de poesía y novelas rosa, el amor retorna a su repertorio, pero al llegar a clímax de su narración una vez más rompió con la dinámica, una vez más decepciono al público.
El héroe de su historia no se comportó como todos esperaban, en vez… tomo un cuchillo y un tenedor, y como “dos en uno”, partió en dos a su compañera, la desmembró poco a poco, con gusto… mientras calentaba la parrilla con carbón. Al alcanzar el calor necesario puso las presas que algún día fueron el cuerpo con vida de su amada, calentándolas en las brasas poco a poco… para después súbitamente ingerirla.
La antropofagia había tomado su cuerpo… su espíritu… fue en esa acción donde consiguió llevarla dentro de si para no poder perderla jamás… para por siempre guardar sus restos dentro de si.
Muchas gracias – dijo – los aplausos de mutuo convenio… la moneda de agradecimiento y así una vez más… nuestro narrador dio por terminada una historia.