viernes, 10 de julio de 2009

Acto inicial

Había una vez, en laguna ocasión algunas personas se reunieron en torno a su humanidad, él comenzó de nuevo un cuento, uno muy especial… igual que los demás, como todos especiales como todos únicos, como todos llenos de sentimientos, que tan solo tal vez serían relevantes para sí mismo.
La historia, como muchos la conocen giró en torno al clásico de por qué el amor es ciego y loco, pero en esta ocasión antes de llegar a el escondite del rosal, -donde la locura en el juego movería las ramas hasta dejar ciego al amor, prometiendo luego acompañarlo por la eternidad… entregando así el descanso a sus escuchas por comprender esa extraña relación- dejo de hablar, en vez de continuar con uno clásico de los cuentos urbanos, comenzó un nuevo cuento… un nuevo relato… pues por fin comprendió que el amor no es loco… no! no lo es!-pensó.
Su nuevo relato no fue sobre sentimientos puros, fue sobre una persona del común… que alguna vez robo una flor de un rosal… aunque no era específicamente una rosa… se trataba de una margarita, simple, sencilla, desnuda y humilde… que tenía una intima relación con una pequeña abeja, que siempre se encantaba recolectando su polen. Aquella tarde, la abeja salió en búsqueda de su amada margarita, que ya no estaba… buscándola como un loco, mirando de un lado para otro y viajando de forma errática, termino por estrellarse en una espina de una presumida rosa… muriendo instantáneamente… pero nuestra historia de amor no es la abeja y la margarita… no!, es aquel ser que se llevo la margarita para entregarla a su amada… quien partiría una vez mas de su lado… sin embargo la historia tampoco está en esa mujer… una cadena de sin sabores pensaron sus oyentes, una cadena de inconexiones.
Sin embargo pese a que su público se redujo, continuó… seguiría buscando… no una mujer, buscando ese sentimiento… el amor… tal vez una mirada… dicen –narraba- que el amor es un golpe que te produce la mirada de alguien, una sonrisa que escala por dentro de tu esqueleto, haciendo vibrar toda tu humanidad… así nuestro extraño personaje quien causará tiempo atrás la muerte de una enamorada abeja… comenzó su viaje, su búsqueda… mirando a todas en las calles, esperando ser golpeado por una mirada… por una sonrisa… por ese sentimiento que tal vez nunca sintió… pues de ser así… jamás hubiese dejado que ella se fuera de su lado.
Así negando con cada mirada cruzada la posibilidad de sentir lo que siempre nos dicen que hay que buscar, pues como siempre se afirma… entre mas se busca… menos se encuentra…sería ese su destino? Él del eterno buscador, como aquellos que murieran en la selva buscando el dorado? Para el bien de la historia de aquella tarde… las cosas cambiarían… al notar nuestro personaje, que la búsqueda sería eterna y que seguramente no encontraría ni esa sonrisa y mucho menos esa mirada… llegó pronto a la conclusión que el amor no es exclusivo… que podría amar los momentos, las personas…
Así entonces, comenzó por entregar una parte de su corazón a cada una de las personas que se reunieron con él por algún motivo, pero en especial, aquellas que por su sinceridad, por su realismo, ganaron ese espacio, ese rincón, el verdadero problema, surgió cuando comprendió que su corazón era limitado y solo algunas personas podrían entrar en él… que pasaría cuando no tenga más espacio disponible y conozca alguien que merezca también de ese espacio? No se requiere ser un genio para comprender que simplemente su vida se apagaría…
Por supuesto! – grito nuestro cuentero en la plaza pública – eso sucedió… en una tarde que caminando por un lugar del que nadie recuerda su ubicación, oso levantar la mirada al pasar una dama que por el sonido de sus pasos le llamo la atención… ella no solo sostuvo la mirada… además sonrió… la vibración de los huesos… aquello que siempre busco!... lo encontró… pero ya no tuvo espacio para entregar… no tuvo nada que dar… su corazón simplemente estallo!
El amor es tal vez solo eso – dijo el cuentero – el descubrir que esa mirada y esa sonrisa… basta con mirarla una vez… con gozarla una vez… que el amor… es una vez… así es mejor! – gritó de nuevo – morir con el amor en el alma y el corazón que morir marchitado por su ausencia…
Muchas gracias – dijo – los aplausos de mutuo convenio… la moneda de agradecimiento y así una vez más… nuestro narrador dio por terminada una historia.

2 comentarios:

  1. Juano, he leído con una sensibilidad inusual tu relato, una pregunta es fundamental... y siento que el fantasma de Neruda me envuelve para señalarla como fundamental... ¿El corazón es limitado?... Hemos gastado tantos y tantos corazones-papeles, hemos depositado en pozos-olvidos besos y caricias, si, definitivamente, el corazón es limitado. Esa es la tragedia y la lección, si es que hay una, es que jamás lograremos saber con certeza cuándo habremos pasado de largo al lado de quien se merecía ese espacio... Un abrazo

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  2. el amor no es una vez, es siempre,es eterno, no tiene tamaño ya ke es infinito en dar y recibir...

    esa es mi percepcion.

    saludos,

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